«Se observan 2 zonas de alteración de señal localizadas en la porción superior del cuerpo vertebral de C7 y en el inferior de D8… en el contexto clínico del paciente son sugestivas de afectación metastásica».
Esa es la conclusión de una resonancia que me hicieron el martes. Que tengo un poco más de cáncer alojado en dos vértebras. Es metástasis, cierto, pero no es una cosa demasiado alarmante y además empiezan a tratarlo con radioterapia inmediatamente. Mi cuerpo lozano está estrechamente vigilado y cualquier alteración fea da la cara enseguida y antes de que se le ponga nombre ya se le ha puesto tratamiento. Por mi parte, a este poquito más de cáncer en dos vértebras pienso tratarlo mal, sin respeto alguno, con desdén para que se vaya con prisa porque, digámoslo con sinceridad, no tenía que haber aparecido.
El cáncer inicial, el de pulmón, ahora parece lejano. Sin embargo las cicatrices están aún tiernas y el dolor de la operación lo soporto gracias a un variadito de drogas legales con receta. El dos, el tumor en la hipófisis, está siendo bombardeado a diario y me lo imagino próximo a estar cautivo y desarmado mientras las funciones que la hipófisis regula se encuentran en algo parecido a un viaje de fin de curso. Pero en el conjunto todo iba bien, una metástasis está dentro de lo razonable, pero dos… dos no. Salen dos porque con 50 años se es joven para el cáncer y sale vigoroso.
Mientras… Pues mientras tanto voy cumpliendo mi agenda médica. Cada mañana a las ocho, hierros y máscara en la cabeza para atacar el tumor de la hipófisis. El bocado que he de morder es lo único realmente molesto; respirar así es difícil. Y cada tres semanas las estrella de tratamiento, el antes y después,la dueña y señora de mi cuerpo durante una semana: la quimio. Estoy a punto de empezar Tercero y me siento más confiado. He calculado incluso qué días empezaré a notar los primeros síntomas perversos, su duración, intensidad… En el fondo sé que no vale de nada y quedaré arrasado como los campos de Napalm. Será una semana tras la que intentaré recomponerme y vivir.
Y mientras ocurre todo ese «mientras», intento vivir con dignidad y alegría una vida que no quiero, la vida de un enfermo que ha detenido y desplazado su vida, que se encuentra lejos de casa y de sus hijos. Aún así soy un afortunado pues tengo a mi lado a la familia y a amigos buenos, fieles y entregados. Entonces me encuentro con que la única reacción que me sale es alegre, positiva y feliz. Yo era así antes del cáncer y celebro que reaccionar como lo he hecho sea una «salida natural» de mi forma de ser. Lo que no me esperaba es a tanta gente que se iba a identificar conmigo y mi #yomecuro. Todos los mensajes son kilos de fuerza, son ejemplos de resistencia y superación, de imaginación, de humor, de perseverancia y optimismo. Me consuela saber que hay tantos como yo, igualitos, solo que yo he salido a contarlo. Pero en realidad somos uno y juntos resistiremos mejor, y juntos, cuando llegue el momento veremos que el aire se partirá por la mitad cuando gritemos #yomecuro!!!